El abajo firmante
Anoche por fin pude ver una película que llevaba tiempo intentando conseguir: Los abajo firmantes. Después de buscarla por videoclubs, he tenido que descargarmela via p2p (en un segundo intento, pues el primero terminó por ser una película porno), con una calidad aceptable, pero con los créditos cortados, lo que no me hace mucha gracia.
Se trata como yo digo de una película de urgencia, por varios motivos. En primer lugar, por su tema, pues la película se posiciona ideológicamente contra el gobierno de Aznar en su actuación en la Guerra de Irak. Y en segundo lugar, por su realización: no creo que se haya tardado en rodar mas de quince dias, ni creo que los participantes hayan cobrado demasiado (si han cobrado algo).
Su director, Joaquín Oristrell (que venía de rodar una de las mas divertidas, salvajes y ácidas comedias sobre el mundo del cine español que yo recuerde, Sin vergüenza), se atreve aquí con la adaptación de la obra de Lorca Comedia sin título, en la que el poeta anima a los comediantes de la época a salir a la calle y posicionarse en contra de Franco y su avance hacia la proclamación de la Guerra Civil. Aprovechando estas analogías, la película retrata la historia de una compañía de teatro que, montando la obra de Lorca, recibe a un nuevo actor en la compañía que tratará de llevar a la realidad las ideas del poeta, pero esta vez contra Aznar y la intención de éste de involucrar a España en la guerra de Irak.
Es una película concisa, directa y emotiva. A mí no me resultó panfletista, pues en todo el reparto están representadas bastante bien las diferentes posturas de los ciudadanos: desde Juan Diego Botto, que es el mas reaccinario hasta Javier Cámara, que cree que no se puede hacer nada en contra de lo que los políticos deciden, y ve en las ideas de Botto sólo una pose.
Me gustó especialmente el esfuerzo del guionista por buscar constantemente referencias reales en las que apoyarse, como por ejemplo hacer coincidir la noche previa al estreno con la revolucionaria gala de los Premios Goya del 2003 (se nos muestra a los personajes viendo juntos la gala en una habitación de hotel), o las escenas de la manifestación contra la guerra de Madrid a la que acudieron numerosos representantes del mundo de la cultura.
Es una película pequeña, hecha con poco dinero. Esto significa cámara en mano, video digital e iluminación básica. Pero a cambio se nos ofrecen algunos de los momentos mas emotivos de los que yo he visto en una sala de cine últimamente. Gracias sobre todo a la interpretación de Javier Cámara y Elvira Mínguez, y a un sorprendente Juan Diego Botto, que parece haber corregido todos los errores del pasado.
Oristrell se debería de dejar de escribir comedias tontas para Manuel Gomez Pereira y seguir abordando obras mucho mas ambiciosas (en contenido, que no en forma, al contrario que las de Pereira, cada vez mas vacías pero con un envoltorio cada vez mas brillante) como esta que nos ocupa o la citada Sin vergüenza, que vuelvo a recomendar para todo aquel que le interesen los entresijos del mundo del cine. Parece como si, a través de su obra, quisiera desmitificar el mundo de los actores, diseccionando primero su forma de ser y actuar (Sin vergüenza) o poniéndolos en la diatriba de posicionarse fuera del escenario, no solo dentro (Los abajo...).
Lo peor de todo es que nadie ha visto Los abajo firmantes, y que muchos, después de leer este comentario, sigan sin tener ganas de verla por pensar que no se trata mas que de otra de las obras paridas por los intelectuales de izquierda que colapsan Madrid.
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