05 febrero 2008

La comunidad (3era parte)

Ayer tuve mi primera reunión de comunidad de vecinos. A decir verdad, estaba acojonado, quizás por los recuerdos de otras reuniones de vecinos en las que he estado, quizás por mi miedo a conocer gente nueva que sé que no va a tener nada que ver conmigo. Uno cree que ha madurado con los años y que las responsabilidades económicas y vitales que ha ido adquiriendo le han hecho evolucionar un poquito más (hacia no se sabe dónde, eso sí), pero nada. Cuando realmente te das cuenta de que una etapa de tu vida se ha acabado es cuando tienes que asistir a tu primera reunión de comunidad.

El sitio, el bar de abajo, como no podía ser de otra manera. Cuando llegué, como no conozco a ningún vecino (no es que no haya visto a mis vecinos en mi vida, es solo que la mayoría de los pisos están alquilados y nunca le he visto la cara a los dueños) tuve que hacer la vergonzosa pregunta de "¿Sois vosotros los de la reunión de la comunidad?". Tras una presentación inicial, nos pasan a un comedor donde el camarero empieza a ponernos un mantel, tenedores, copas de vino y cervezas. Empieza mi acojone porque no se en qué va a acabar todo esto.

Tras excusar a dos vecinos que no asisten como acto de rebeldía y desacuerdo con la gestión de la comunidad, empezamos a hablar del local que tienen alquilado los de la iglesia evangelista y que cada domingo (en dos sesiones: una hispana por la mañana y otra de la comunidad china por la tarde) nos deleitan con sus cánticos y rezos. Llegamos a la conclusión que mientras paguen no podemos hacer nada (aunque me recomiendan la ventana con doble acristalamiento para reducir ruidos). Después hablamos de la subida de cuotas (al parecer nuestro piso es el más grande y por eso pagamos más), de la insonorización del garaje y de los que bajan las bicis por la escalera (en ese momento yo omito que tengo una bici, para no caerles mal ni descubrir que quizá yo haya sido el causante de esas manchas en la pared salmón de la escalera). Más o menos en ese punto uno de los vecinos (de Tomelloso) saca un queso, dos botellas de vino y pide un plato de jamón y de gambas (mi acojone aumenta porque sólo tengo 5 euros en mi cartera). Al decirle que he estado en Tomelloso y que he hecho mi ruta del Quijote particular me lo gano. Desde ese momento me convierto en su principal aliado para todas sus reivindicaciones.

Cuando ya llevamos dos cervezas, dos botellas de vino y un plato de jamón y otro de queso, me encuentro con que, no se como, soy el encargado de las bombillas del edificio. Llegamos a la conclusión de que es una comunidad muy tranquila y que no debemos quejarnos tanto (y doy fe, que desde pequeño llevo viendo peleas verbales, agresiones e incluso desmayos en las reuniones de vecinos que hacían en casa de mis padres), aunque todos llegamos a varias conclusiones: la pareja formada por la argentina y su novio esconden algo, porque no abren la puerta cuando llaman para cualquier cosa, que hay que comprar un felpudo y que hay que cambiar dos bombillas. Todo esto en dos horas y media.

Al final me lo pasé muy bien y me fui a casa achispado achispadísimo. Está claro que las perspectivas negativas ante cualquier evento se pueden transformar en positivas con dos botellas de vino de Tomelloso de por medio...

Otras comunidades:
>> La comunidad I
>> La comunidad II