14 junio 2007

Melissa Hindell reivindicada

"Fangoria quiere dar las gracias a Melissa Hindell, Lidia y a su prima, que fue la que les animó"
(Visto en los agradecimientos del penúltimo disco de Fangoria "El extraño viaje"). Un agradecimiento sorprendente y muy bien recibido por todos los que somos fans de Melissa, y que hace que Alaska se tenga que tragar las palabras que dijo hace poco: "No me interesa nada de lo que se hace al sur de Despeñaperros" ;-)

>>Primera parte: Tal y como te lo estoy contando
>>Segunda parte: Melissa Hindell ataca de nuevo
>>Tercera parte: Al habla Robert Hindell
>>Cuarta parte: Melissa Hindell insiste (Nuevo)
>>Quinta parte: El cuadro lo tiene ella (Nuevo)

(Gracias por el aviso al mayor fan de Melissa que conozco: elbuenaviador)

12 junio 2007

Lo que yo quería saber

Después de un fin de semana-puente en el que he salido de Andalucía para ser más andaluz que nunca, me he dado cuenta que a lo largo de mi vida me he ido topando con gente por la que he sentido una necesidad irrefenable de acribillarlos a preguntas. Gente muy interesante (al menos para mí) o perteneciente a gremios por los que siento gran interés. Así, de bote pronto, se me vienen a la cabeza tres: un trabajador de una fábrica de Coca cola, una monja y una presentadora del tiempo en televisión. Ante este panorama... ¿quién se resiste a hacer una serie de preguntas básicas? Yo, desde luego, no.

El de la fábrica de Coca Cola me explicó muy amablemente todas las ideas preconcebidas tenemos y que hemos oído a lo largo de los años sobre la coca cola: desde que a la hora de envasar el orden sea botellín-lata-envase de 2 litros (totalmente falso), el porqué del lanzamiento de la versión Zero (captar al público masculino al que le da vergüenza pedir una coca cola Light pero no pide coca cola por no engordar) o el único mercado en el que aún se vende el Tab: Andalucía; la gente no asume que el TAB = Coca Cola sin cafeína y sin azúcar, y al final acaban pidiéndolo porque no se fían.

De la monja (aunque referirme a ella así suene despectivo, no es mi intención), que es una persona muy cercana a un amigo mío, pude sacar información pero no a través de ella, pues me dió mucha vergüenza preguntarle directamente, sino de su hermano. Un santo que me aguanta preguntas del tipo ¿es verdad que las monjas no comen lechuga? (aunque yo ya intuía que eso era un bulo), ¿es verdad que no llevan sujetador? (otro), ¿no duermen en camas sin colchón? (otro más) o ¿las monjas nunca se relajan de ser monjas? Es decir: ¿una monja puede decir, después de comer y mientras está de permiso en casa "que siesta me voy a pegar en cuanto termine de comer"? ¿o tirarse toda una tarde viendo A tu Lado? Pues al parecer no. Deben decir "me voy a descansar un rato" o "me voy a leer/rezar". Y ya después en la habitación pues te echas una siesta, pero sin disfrutar de ella, ¿eh?

A la presentadora del tiempo la acribillé más que a ninguno de éstos, principalmente porque durante un período de mi vida (entre sexto y séptimo de EGB) yo quise ser Meteorólogo (después quise ser mago) y me interesa mucho ese mundo. Si además la chica ha trabajado en una cadena nacional, pues entonces las preguntas caían tan rápidamente que a la chica no le daba tiempo a reaccionar. Y sí, en el mundo de la Meteorología también hay enchufismo, ineptos a los que hay que escribirles el texto, gente necesitada de protagonismo y malos rollos entre presentadores del telediario y del tiempo ("te dan paso con frases de camaradas y después en el pasillo te vuelven la cara").

A todos ellos, gracias. Gracias por hacer de mí una persona más ilustrada en temas que no le interesan a nadie pero que a mí me hacen tremendamente feliz.

05 junio 2007

Miranda!

De entrada, tienen todo lo necesario para que no me gusten: son argentinos (no me interesa demasiado la música hispana del otro lado del charco, ni me hierve la sangre al escuchar los ritmos latinos -bueno sí, pero me hierve en sentido contrario-), tienen letras que rozan y a veces sobrepasan los límites de lo que es el almíbar y su producción musical es similar a las melodías de los primeros juegos de Mario Bros, allá por los 80. Y a pesar de todo eso, me encantan. Y más desde que he oído su último disco: El disco de tu corazón (sic). Y todo ello con: una producción musical superior y menos monótona que la de sus discos anteriores, una cumbia, un dúo con la inefable Julieta Venegas, otro con Fangoria, tres baladas bastante mediocres (aún no se han dado cuenta que las baladas no son lo suyo -aunque yo creo que las baladas, así en general deberían estar prohibidas en cualquier cantante) y mucha actitud. Eso tan difícil que mucha gente aún no entiende que todo grupo/cantante debe tener: no queremos cantantes que podrían ser vecinos, hermanas o compañeros de trabajo. Ya basta de gente mediocre que se cree que abriendo la boca y cantando el I will always love you lo tiene todo hecho. Por eso, y sólo por eso, Miranda! merece la pena.

02 junio 2007

La vergüenza del ciudadano medio

Pongámonos en una situación que a todos nos ha pasado alguna vez: de repente, vamos por la calle y ante la mirada atenta de todo el mundo, te tropiezas y te caes, dándote de bruces contra el suelo (hay algunos extras posibles a esta situación como la existencia de charcos, excrementos de animales o que en tu caída arrastres a otras personas desconocidas al suelo). Evidentemente, lo que a todos nos interesa en ese momento es levantarnos cual rayo y hacer como que no ha pasado nada, a pesar de que sabemos que sí ha pasado y que todo el mundo se está descojonando de nosotros. Porque si pasas de los cincuenta y presentas alguna cana la gente se acerca a levantarte, pero si no…

Y es que la vergüenza es algo con lo que todos convivimos diariamente, y unos lo llevamos mejor y otros peor. Y por si no tuviéramos bastante con la propia, también diariamente nos asalta esa otra gran estrella que es la vergüenza ajena. Unos ejemplos de esta última, podrían ser, por ejemplo, ver a tu padre bailando un politono en A tu lado o a los vecinos de tu pueblo en algún programa de Canal Sur. No se me ocurre nada peor, la verdad.

A mí siempre me ha dado mucha vergüenza todo. Desde las cosas más banales hasta las más típicas. Pero es verdad que es un sentimiento que se va desarrollando a medida que vas creciendo. De niño no te importa jugar mal al fútbol, bailar en el escenario en la fiesta de fin de curso, hacer obras de teatro más simples que cualquier guión de Globomedia, hablar en público… Todas estas acciones, divertidas y banales a los 5, se convierten en verdaderas odiseas a partir de los 15. Y pueden convertirse en un verdadero problema. No entiendo como, si sabemos que algún día nos tendremos que enfrentar a ello, en los colegios no se nos prepara para dos actividades muy importantes en la socialización de todo el mundo: hablar en público y bailar. Bueno, otra sería el desnudarnos delante de los demás, pero para eso tendrían que desnudar a todos los niños en los patios de los colegios, cosa que no es demasiado factible. Pero los otros dos casos van a ser dos pilares fundamentales en la vida de una persona, y sería necesario que nos enfrentáramos a ello cuanto antes.

¿Cuánta gente hay que no baila? A cierta edad ya es una elección propia, pero cuando empiezas a salir, si no bailas eres el antipático de la pandilla, y el simple hecho de no haberlo hecho nunca hace que ni lo intentes, y así la bola se va haciendo cada vez más grande y afecta a otros campos de tu vida. Te proporciona inseguridad y hace que cualquier evento social se convierta en una pesadilla porque te pasas toda la noche temiendo el momento en que tengas que bailar. Y eso con gente conocida, porque si estás entre compañeros de trabajo, por ejemplo, la cosa es aún más grave.

¿Y hablar en público? ¿Quién te prepara para eso? No me refiero sólo al momento en que tengas que presentar el proyecto fin de carrera o hacer una presentación en una empresa, sino también al momento ese en el que todos esperan que digas algo y a ti te da mas vergüenza el no saber que decir que el propio hecho de hablar en público. No estarían de más unas pautas básicas que seguir en diversos momentos, tipo cuando te toca proponer un brindis o contar un chiste. De verdad, para los que lo hemos sufrido sería de gran utilidad.

Supongo que a los que vayan de seguros por la vida esto les parecerá una tontería, pero para los que hemos visto cerrarse muchas puertas delante de nuestras narices, habiéndonos retirado antes de empezar debido a nuestro temor a hacer el ridículo no hubiera estado de más que alguien nos hubiera dicho, en algún momento, “chaval, no pasa nada si lo haces mal”.

>>Publicado en PuntoCultural.com