13 enero 2005

Relato número cu4tro: Ave María Purísima

Abel: ¿Por qué has llegado tarde?

Jorge: Me ha entretenido el de Plástica, que quiere que vengan mis padres a verle

Abel: ¿Otra vez? Tío, como sigas así, te van a expulsar

Jorge: No, es porque dice que no me ve por el buen camino

Abel: Joder, que pesados con lo del buen camino. Esto de estar en un colegio de curas le hace a uno elegir el mal camino, solo por molestar

Jorge: Ya te digo. Yo cada vez estoy mas harto de los curitas. Y lo peor es que nadie se queja, a todo el mundo le da igual

Abel: Bueno, tu y yo si que nos quejamos…

Jorge: Sí, pero entre nosotros; después a ver quien tiene huevos de decirle nada al sobón de Don Eusebio. Es como lo de venir a misa; a mi no me importa porque perdemos clase, pero escuchar el sermoncito de siempre… con eso si que no puedo

Abel: Por cierto, ¿quién da la misa hoy?

Jorge: Pues no se; la última la dio Don Eusebio, así que esta supongo que la dará el nuevo. Ese no nos ha dado ninguna todavía

Abel: Dicen que es buena gente

Jorge: Si, eso lo dicen las niñas, pero es porque es guapo y están todas como locas ahí detrás de él. Seguro que hoy no se oye una mosca en toda la iglesia durante la misa. Y seguro que todas se van para él a darle la paz. Y nada de manos, besos en toda la cara seguro.

Abel: Pues a mi me da vergüenza confesarme con este… no le conozco de nada.

Jorge: Mejor, así no nos puede reprochar mucho de lo que hemos hecho hasta ahora

Abel: ¿Tú no crees que Don Eusebio le habrá puesto al corriente de nuestros pecados?

Jorge: Hombre no creo, siempre nos dicen que el secreto de confesión es inviolable. Mira lo que dijo el Fede sobre aquel que había robado en la tienda de electrodomésticos, que el cura lo sabía pero no lo podía decir

Abel: Eso es mentira; ¿como sabe él que el cura lo sabía?

Jorge: Se lo han dicho la madre

Abel: Si claro, y tu vas y te lo crees

Jorge: Yo ni me lo creo ni me lo dejo de creer, pero a mi todos los curas están todo el día dándome la vara con lo de tocarme

Abel: ¿A ti también? A mi ya me ha cogido Don Eusebio y el director, y yo con él nunca me he confesado, así que tú me dirás…

Jorge: Joder, pues yo al Eusebio le he contado cosas que me da vergüenza que sepan los demás…

Abel: Son todos iguales; encima que nos confesamos, van y lo cuentan todo por ahí. Anda que si no me obligaran me iba a confesar yo. Menos mal que es una vez al mes solamente, porque yo no tengo pecados para tanto.

Pero da igual, hagas lo que hagas seguro que es pecado. El otro día me dijeron que rascarse es pecado.

Jorge: ¿Rascarse pecado? ¿Quién te ha dicho eso?

Abel: Un amigo de mi hermano. Que cuando te pica, si te rascas y te gusta, es pecado

Jorge: Pero si te rascas ahí abajo ¿no? ¿O es si te rascas en cualquier parte?

Abel: Creo que es en cualquier parte. Ya sabes que todo lo que da gusto es pecado

Jorge: Pero mi padre dice que los curas dicen eso porque como ellos no pueden hacer nada, pues se dedican a decirnos que todo lo bueno es pecado, para que no disfrutemos tampoco nosotros. Pero que no hay que hacerle caso

Abel: ¿Entonces para que te mete en un colegio de curas, si no quieres que le hagas caso a lo que te dicen los curas?

Jorge: Pues yo que sé, creo que es porque no me admitieron en el otro, el que va mi hermana.

Abel: ¿Y tú te vas a confesar hoy?

Jorge: Que remedio... ¿No me puedo tomar la ostia si no confieso?

Abel: Creo que no. Debes pasar primero por el confesionario y después tomarte la ostia.

Jorge: Si, si eso lo se. Pero digo si pasará algo si no me confieso. ¿Se dará cuenta el nuevo? Es que me apetece tomarme la ostia, pero no tengo ganas de confesarme. Creo que soy el único al que le gusta comerse la ostia. Y ya si me la dan con vino…

Abel: Tío que te van a oír, no digas eso. Además, comulgar sin confesar tiene que ser un pecado de la hostia. Mejor no lo hagas, vaya a ser que te pillen

Jorge: Lo peor es cuando te tomas la ostia y vienes al banco a ponerte de rodillas. Nunca se que es lo que hay que hacer. Yo me siento, y hago como que hago algo, pero en realidad estoy concentrado para que no se note que no se lo que tengo que hacer

Abel: A mí también me pasa. ¿Por qué no lo preguntas?

Jorge: ¿Estás loco? La bronca que nos puede echar si se entera que hemos estado haciendo el tonto aquí desde hace años. Esos son por lo menos 15 padres nuestros

Abel: Pero que mas da, si te mande los que te mande no rezamos ninguno…

Jorge: Ya, pero me siento menos culpable por no rezar si me mandan dos que si me mandan quince

Abel: Dime los pecados de los que te vas a confesar, para no repetirnos

Jorge: Ufff… Pues los de siempre, si es que no se me ocurre ninguno mas

Abel: Bueno, yo voy a decir lo de no hacerle caso a mis padres, lo de quedarme con el cambio del dinero del pan y lo de tocarme

Jorge: No, lo de tocarme déjamelo a mi, que siempre lo confiesas tu. Di tú lo de la envidia.

Abel: No, el de la envidia no lo quiero que después me dan más padres nuestros para rezar. Que ese debe de ser gordo y está muy caro librarse de él

Jorge: Pues te cambio el de tocarte por el de quedarse después de gimnasia en el vestuario a ver como se visten las niñas

Abel: Vale ese sí

Jorge: Bueno, pues entonces yo el robar dinero del pan, hacerle caso a mis padres y tocarme, y tú dices lo de digo lo de pegarle a tu hermano y lo de la envidia.

Abel: ¿Y si me pregunta si me toco que hago?

Jorge: Pues dile que no, que te han dicho que si haces eso te quedas ciego y que te da mucho miedo quedarte ciego

Abel: Eso no se lo cree ni el cura

Jorge: Pues dile que te han dicho que te salen granos si te tocas mucho

Abel: Eso le dije a Don Eusebio la última vez, y me preguntó si el Fede se tocaba mucho porque le estaban saliendo muchos granos

Jorge:¿Y que le dijiste tú?

Abel: Que seguramente si, porque el Fede está desarrollando y a mi todo el día me está hablando de guarrerías

Jorge: Anda que tú también…

Abel: Que quieres, siempre nos están dando caña a nosotros, ya es hora de que a los demás les echen la bronca de vez en cuando, ¿no?

Jorge: Es verdad, aquí todo el mundo comete pecados pero sólo los contamos nosotros. Y después, claro, tenemos entre los curas la fama de pecadores

Abel: Además, también le dije una vez que el Fede no estaba bautizado

Jorge: ¿Cómo le dijiste eso si no es verdad?

Abel: Yo no sé si es verdad; a mi me lo ha dicho el Juan, que su madre y la del Fede son muy amigas, y dice que se lo ha contado

Jorge: ¿Pero eso como va a ser? A ver, si no estás bautizado no puedes estar en un colegio de curas, ¡y menos hacer la comunión!

Abel: Dice que engañaron a los curas cuando entró en el colegio

Jorge: No me creo nada

Abel: Bueno y entonces ¿porque no tiene fotos del bautizo?

Jorge: Pues yo que sé, supongo que no tendrían cámara para hacerlas, o todas se quemaron en un incendio, yo que se

Abel: Si hombre no van a tener cámaras

Jorge: Mira, no me cuentes tonterías que a mi me dan igual y tú lo que quieres es despistarme y que se me olviden los pecados. Entonces quedamos en lo que hemos hablado, ¿no?

Abel: Si, yo mis pecados y tú los tuyos

Jorge: Ah, por cierto, ¿me prestas el discman para después?

Abel: ¿Para después cuando?

Jorge: Para cuando nos mande la penitencia. Paso de estar ahí media hora rezando todo lo que me mande. Así me escondo los auriculares en el cuello de la camisa y echo la cabeza a un lado mientras muevo la boca como si rezara

Abel: Tío, un día te van a pillar

Jorge: No es la primera vez que lo hago. ¿A que no te habías dado ni cuenta?

Abel: Pues no….

Jorge: Bueno, ya nos toca. Tú primero, después voy yo. No me lo cabrees mucho

Abel: Allá voy. Después te cuento.

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