09 julio 2005

La semilla de látex

Por fin de vuelta, después de unos diez dias de trabajos casi forzados y alguna que otra pequeña escapada para pasear mi enfermedad por Madrid. Aunque aun me queda el esfuerzo final (3 cortos consecutivos), espero que sean mas llevaderos que los anteriores.

Como bien dice enseryo, nada mejor que el cine para retomar el ritmo. Acabo de ver una película realmente encantadora, surrealista, absurda y divertida: La semilla de Chucky.

Se trata de (creo) la quinta parte de las aventuras de este muñeco asesino. Esta saga, una de las mas divcertidas de la historia del cine de terror, dejó de tomarse en serio a partir de la cuarta entrega, en la que a Chucky le endosaban una novia. Evidentemente el tono de esta cuarta entrega no tenía nada que ver con las anteriores, mas cercanas al terror serio (algo que funcionaba en la primera entrega, debido a la originalidad del asesino, pero que ya cansaba en la tercera...); en esta cuarta entrega el humor sustituía al terror, y afloraban las cópulas entre muñecos, ansiosos por buscar cuerpos humanos para poder procrear y así perpetuar su especie.

Esta cuarta parte introdujo un elemnto importante y que es la pieza clave de esta quinta entrega: Jenniffer Tilly. Esta actriz, de una comicidad aplastante, es de esas que me encantaría conocer: su capacidad de reirse de si misma es absolutamente digna de elogiar, y en esta quinta entrega la cosa se desorbita hasta límites insospechados. Las bromas sobre su decadente carrera, sobre su escena lésbica en Lazos ardientes, sobre su voz de pito, sobre su odio hacia la Roberts por haberle quitado el papel de Erin Brockovich (y que según ella consiguió acostándose con el director) o sus intentos por hacerse con el papel de Virgen María en una superproducción bíblica dirigida por un rapero son absolutamente delirantes.

A todo esto hay que sumarle la interpretación de John Waters en el papel de paparazzi, el asesinato de Britney Spears a manos del muñeco de latex, el ambiguo vástago de látex de los dos asesinos, al que su padre llama Glenn pero su madre llama Glenda (y que es solo una de las múltiples referencias a la cinematografia trash) o miles de detalles que harán las delicias de aquellos a los que, por una vez, sean capaces de olvidarse de la historia y se dejen llevar por los detalles, las situaciones y los diálogos absolutamente delirantes de una obra que debería ser el ejemplo a seguir para otras sagas que ya no dan mas de si. Viva la autoparodia!!!

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