18 enero 2008

Los crímenes de Oxford

Una pena. Eso es lo que pensé nada más salir del cine tras ver la nueva película de Álex de la Iglesia. Pena en el sentido de decepción, de ocasión desaprovechada, de poder haber sido pero no. El director, acostumbrado a dar cales (La comunidad) y arenas (Muertos de risa) venía de filmar una de las mejores cosas que se han hecho en este país: La habitación del niño. Por eso incluso la decepción es mayor: las expectativas eran altas y la historia prometía, además de que el reparto elegido hacía presagiar lo mejor.

De entrada, la historia comienza dejando gotitas que pueden hacer erizar el vello de los geeks, nerds y toda la gente microsierva de la sala. Términos como sucesión numérica, Fibonacci, teoría del caos o principio de indeterminación de Heisenberg se alternan con apariciones más o menos disimuladas de cubos de Rubik o máquinas Enigma. Cuando uno piensa que en la historia todos estos elementos van a participar, empieza a frotarse las manos. Y de hecho el comienzo promete, con la llegada de un estudiante americano a la universidad de Oxford para realizar su tesis. Allí sus planes iniciales se verán trastocados por un crimen que desencadenará la historia y que le hará agudizar su ingenio para intentar resolverlo.

El problema está en que la historia se acaba ahí: todo lo que viene detrás no me interesó en absoluto. Y no es que al director le venga grande meterse en ciertos temas (ya digo que en La habitación del niño sale airoso de una trama mucho más compleja), sino que a la historia le venía grande el director. En esta historia no hay nada-de-nada. Hay elementos supuestamente misteriosos, pero que se resuelven de la manera más tonta y apresurada posible. Un ejemplo con spoiler: en la escena del crimen inicial, aparece la víctima jugando al Scrabble. Sólo decir que a nadie se le ocurre mirar qué palabras hay en el tablero hasta el final de la trama, cuando a mi sería lo único que se me ocurriría hacer (Fin spoiler). Quiero decir con esto que por debajo de toda la palabrería matemática, hay una historia que avanza a trompicones y que se resuelve de una manera totalmente previsible.

Tampoco ayuda el hecho de que los actores (error mío: vi la película doblada) no lleguen a encontrar el punto correcto en ningún momento. La historia les lleva por falsos sospechosos, personajes que no aportan nada y situaciones resueltas de una manera chabacana (la escena del concierto me recordó a cualquier escena de REX). Leonor Watling no sabe muy bien qué hacer con ese (brevísimo) personaje que la desnuda cada dos por tres y que se ve obligada a soltar frases que causan vergüenza ajena (por no hablar de lo poco que el fotógrafo ha sabido favorecerla con la luz). Elijah se pada toda la película con cara de asombro, incapaz de darle al personaje más registros que ese. Sólo John Hurt entiende los recovecos del personaje y logra hacer algo medianamente decente con su papel.

Y lo peor de todo es que aquí no hay nada de lo que pretendas encontrarte en una película de Álex de la Iglesia: no hay humor negro, no hay mala leche y no está representado eso que tan bien hace que es la mala baba española (y que hasta ahora había colocado en casi todas sus películas). Esto es una película pequeñita y mala que podría haber sido realizada en cualquier parte del mundo por cualquier director sin personalidad alguna, con una fotografía plana y nada beneficiosa para sus personajes (y no vale decir que eso era precisamente lo que se buscaba, porque hay escenas televisivas por un tubo) y unos diálogos y trama que no hacen más que poner en evidencia a los autores. No todo es malo, y hay tres cosas por las que no salí del todo cabreado: un falso plano secuencia, bastante tramposo pero muy muy bonito, la música de Roque Baños, con reminiscencias a Hermann y por último los créditos finales.

Hace poco se hablaba del descenso de espectadores del cine español, cada día más acusado. Para mi, aparte de lo evidente (el 90% de las películas que se hacen en este pais interesan solo a los autores y a sus familias), se trata de una cuestión de confianza: yo confiaba en Álex de la Iglesia, y ahora me va a costar volver a confiar en él. Supongo que al resto de la gente le pasará lo mismo. Son tantos palos ya que uno acaba por generalizar y catalogar al cine de un país como si fuera un género propio. Después, añadirle el predicado "es una mierda" no cuesta nada y con decepciones como esta menos aún.

3 comentarios:

elbuenaviador dijo...

Me encanta tu crítica, y no puedo estar más de acuerdo con ella. Estoy acostumbrado a elegir películas y verlas con avidez, con ganas...y cuando algo falla o se desinfla como Los Crímenes de Oxford es muy desagradable.

Lo que recuerdo con más desencanto es esa escena porno-chacha de Leonor Watling, desnuda y sólo vestida con un delantal, derraman los espaguetis sobre ella y Elijah le dice:

- "Estás loca"
- "Loca por ti" -responde ella.

Francamente vergonzoso. No hay mucho que destacar. Es una buena oportunidad para que la Watling sea vista fuera, pero muy poco afortunada.

Saludos aéreos.

Anónimo dijo...

Coincido en que la película baja su digamos tono académico para convertirse en algo muy a lo Agatha Cristie.. pero tampo me disgustó tanto. Respecto a lo de Leonr.. lo que me hizo gracia fue cuando se cae de la cama... yo hubiera ido a urgencias con el cuello roto.. umm mejor a la Morgue...

Por tus comentarios iniciales te recomiendo que veas una serie británica Doctor who.. me parece que te puede gustar.. a mi me encanta.

Mudanzas dijo...

Para mi esta peli no tiene calidad