Quiero vivir en la ciudad
Desde que tengo uso de razón, nunca he sido nada localista. En los telediarios que veía o los periódicos que leía, esas noticias me las saltaba o simplemente no les prestaba atención. De hecho nunca en mi vida he comprado un periódico local, ni antes que vivía en una ciudad pequeña ni ahora que vivo en una capital. Algo así me pasa con los blogs: no me gustan demasiado las entradas en las que el autor habla de cosas del tipo "me he levantado y he desayunado y después he visto a M." o "anoche estuve en la sala X y me encontré a J. y después K. me tiró la copa encima".
Es por eso que no suelo hacerlas y, aunque esta no se pueda considerar una de esas en el sentido más estricto, surge como consecuencia de las gilipolleces que oigo últimamente por aquí.
Resulta que, como que 50 años después de que esta ciudad planeara tener un metro, se alinean los astros para que interese políticos, terreno arcilloso y filtraciones de agua se pongan de acuerdo y empiece la construcción de la Linea 1. Llevamos 4 años con la ciudad levantada, y lo que nos queda, pues van a empezar con la construcción de las líneas 2,3 y 4 en breve. Pero como ciudadano, soy capaz de ver más allá de mis propios intereses y pensar que todo esto vale la pena por disponer de un puto metro, que llevamos dependiendo del pésimo servicio de los autobuses AÑOS. Pues parece que a la gente lo único que le preocupa es que los postes exteriores de ciertos tramos son muy feos y rompen con la estética de la zona. Con dos cojones. Y esto es solo un ejemplo de la de gilipollas que tienen voz y voto. Otros son: el carril bici no se debería haber construido porque "las bicicletas no producen nada para la economía del país"; la obra del único espacio público que podría convertirse en la nueva imagen de la ciudad (el proyecto Parasol de la Plaza de la Encarnación) es"demasiado moderno y no acorde con la realidad sevillana" y el tranvía que conecta todo el centro será un fracaso porque nadie está acostumbrado a coger tranvías (ejem... ¡pero si no ha habido antes!).
Lo mejor es pensar que todo esto sigue adelante, a pesar de todos estos que pretenden que vayamos al trabajo en coche de caballos con la cerveza en la mano vestidos de corto y con botos de Valverde del Camino. Un desatino propio de una ciudad que pretende ser moderna cuando no es más que una amalgama barroca de ideas y actitudes que nunca saldrá de su concepto (por supuesto autogenerado y alimentado por ellos mismos) de superioridad con respecto a las demás.