02 junio 2007

La vergüenza del ciudadano medio

Pongámonos en una situación que a todos nos ha pasado alguna vez: de repente, vamos por la calle y ante la mirada atenta de todo el mundo, te tropiezas y te caes, dándote de bruces contra el suelo (hay algunos extras posibles a esta situación como la existencia de charcos, excrementos de animales o que en tu caída arrastres a otras personas desconocidas al suelo). Evidentemente, lo que a todos nos interesa en ese momento es levantarnos cual rayo y hacer como que no ha pasado nada, a pesar de que sabemos que sí ha pasado y que todo el mundo se está descojonando de nosotros. Porque si pasas de los cincuenta y presentas alguna cana la gente se acerca a levantarte, pero si no…

Y es que la vergüenza es algo con lo que todos convivimos diariamente, y unos lo llevamos mejor y otros peor. Y por si no tuviéramos bastante con la propia, también diariamente nos asalta esa otra gran estrella que es la vergüenza ajena. Unos ejemplos de esta última, podrían ser, por ejemplo, ver a tu padre bailando un politono en A tu lado o a los vecinos de tu pueblo en algún programa de Canal Sur. No se me ocurre nada peor, la verdad.

A mí siempre me ha dado mucha vergüenza todo. Desde las cosas más banales hasta las más típicas. Pero es verdad que es un sentimiento que se va desarrollando a medida que vas creciendo. De niño no te importa jugar mal al fútbol, bailar en el escenario en la fiesta de fin de curso, hacer obras de teatro más simples que cualquier guión de Globomedia, hablar en público… Todas estas acciones, divertidas y banales a los 5, se convierten en verdaderas odiseas a partir de los 15. Y pueden convertirse en un verdadero problema. No entiendo como, si sabemos que algún día nos tendremos que enfrentar a ello, en los colegios no se nos prepara para dos actividades muy importantes en la socialización de todo el mundo: hablar en público y bailar. Bueno, otra sería el desnudarnos delante de los demás, pero para eso tendrían que desnudar a todos los niños en los patios de los colegios, cosa que no es demasiado factible. Pero los otros dos casos van a ser dos pilares fundamentales en la vida de una persona, y sería necesario que nos enfrentáramos a ello cuanto antes.

¿Cuánta gente hay que no baila? A cierta edad ya es una elección propia, pero cuando empiezas a salir, si no bailas eres el antipático de la pandilla, y el simple hecho de no haberlo hecho nunca hace que ni lo intentes, y así la bola se va haciendo cada vez más grande y afecta a otros campos de tu vida. Te proporciona inseguridad y hace que cualquier evento social se convierta en una pesadilla porque te pasas toda la noche temiendo el momento en que tengas que bailar. Y eso con gente conocida, porque si estás entre compañeros de trabajo, por ejemplo, la cosa es aún más grave.

¿Y hablar en público? ¿Quién te prepara para eso? No me refiero sólo al momento en que tengas que presentar el proyecto fin de carrera o hacer una presentación en una empresa, sino también al momento ese en el que todos esperan que digas algo y a ti te da mas vergüenza el no saber que decir que el propio hecho de hablar en público. No estarían de más unas pautas básicas que seguir en diversos momentos, tipo cuando te toca proponer un brindis o contar un chiste. De verdad, para los que lo hemos sufrido sería de gran utilidad.

Supongo que a los que vayan de seguros por la vida esto les parecerá una tontería, pero para los que hemos visto cerrarse muchas puertas delante de nuestras narices, habiéndonos retirado antes de empezar debido a nuestro temor a hacer el ridículo no hubiera estado de más que alguien nos hubiera dicho, en algún momento, “chaval, no pasa nada si lo haces mal”.

>>Publicado en PuntoCultural.com

9 comentarios:

Anónimo dijo...

bueno mambo, es importante salir a la calle y relacionarse la primera vez se pasa mal pero la 50 parece que vas sobrado aunque sepas que estas diciendo una tonteria. En el caso del baile se soluciona con la alcohol... ya puedes ir pensando en dejar las claritas XD

elbuenaviador dijo...

Pues sí, creo que elementos para socializarse son importantes. La educación no sólo es que "te enseñen la lección", sino también cómo comportarse que hay gente que tiene muy altos vuelos y luego nada de nada.

A mí también me pasa eso de la vergüenza ajena, y es algo con lo que cada día se pasa peor, pero cuando alguien se cae no tiene mayor problema (si la caida no es seria).
A mí también me pasa eso de no saber bien qué decir en según qué momentos (y no me considero una persona especialmente tímida) pero centrar la atención del personal es algo para lo que no nos preparan, más bien nos curtimos según lo que queramos desarrollar en la vida.
A mí también me pasa...

Besos desde el aire.
Muy muy bueno el post.
Kurono, como siempre, haciendo uso del alcohol para cualquier situación.

Jacobo dijo...

Muy bueno el post pero creo que de mi boca ha salido alguna que otra vez "no pasa nada si lo haces mal" ¿o me equivoco?

zaperu dijo...

En muchos centros de enseñanza si practicamos esas habilidades sociales: fomentar que los alumnos expongan sus dudas y pregunten, sacarlos a la pizarra no solo a resolver el problema de turno, sino a explicar cómo llegan a la solución, leer en voz alta, ... son actividades cotidianas en muchas clases que ayudan a perder el "miedo" a hablar en público. Con respecto a lo del baile conozco a varios profesores de Educación Física que lo incluyen en sus clases.

En relación a lo de las caidas, si presencio una (desde hace ya algunos años) procuro mostrarme preocupado por el que la ha sufrido, no reirme, intentar ayudarle si lo necesita y luego, en la intimidad, descojonarme más o menos, dependidendo de la comicidad de la situación.

Lo que no termino de entender es porqué sentimos vergüenza. ¿Sienten vergüenza los animales?

Mambotaxi dijo...

Aviador, ya sabes que es normal que kurono recurra siempre al alcohol. No es más que un reflejo de su vida. Es lo que tiene haber empezado a beber antes que Drew Barrymore.
A mí en el colegio no me enseñaban a hacer nada de eso. De hecho, recuerdo al único profesor que nos sacaba a la pizarra, y más que darnos confianza lo que hacía era intimidarnos de una manera que la noche antes yo no podía ni conciliar el sueño. Y en Educación Física nuestras clases eran un salto de potro continuo o un test de Cooper que por supuesto nunca superaba...

zaperu dijo...

mambo: lamento tener que reconocer que la estadística te da la razón en cuanto a lo que ocurre en las aulas

Anónimo dijo...

Desde hace varias semanas te leo y debo reconocer q cada vez me tiene mas enganchada, aunq hay temas q no son de mi interés, este especialmente llamo mi atención, quizás por ser una persona muy tímida intentando luchar contra mi gran sentido del ridículo y darle menos importancia a las cosas. Lo mas curioso es q leí esto el lunes y a pesar de tener muchas ganas de hacer un comentario no me decidí hasta hoy por “vergüenza” jejeje, pero no quería dejar pasar la oportunidad de decir q me gusta lo q escribes ;)

Mambotaxi dijo...

Pues nada mujer, que bienvenida y que, como has visto, no pasa nada por comentar. Anímate más a menudo. Si aquí comenta hasta el inmundo kurono que no sabe escribir sin el corrector ortográfico del Word.

Anónimo dijo...

¡Hay, cómoi me ha gustado este post!

Yo recuerdo con miedo en el cuerpo todavía una frase que se decía mucho cuando estaba en el colegio: "la estás cagando".

Oir eso significaba para mí dejar de hacer inmediatamente lo que estuviera haciendo, y tratar de cambiar de tema.

Todavía recuerdo una vez en 3º de EGB en la que cada uno contaba un chiste. Del mío no se rió nadie.

Menos mal que nos quedaban las obras de Navidad...