20 febrero 2006

Reencuentro

Hubo un tiempo en que Lawrence Kasdan parecía que iba a subirse al carro de otros cinestas de la época (Spielberg, Lucas,...) que despuntaban en la industria americana: coguionista de El imperio contraataca y El Retorno del Jedi, guionista de En busca del arca perdida, Grand Canyon y director de Fuego en el cuerpo, El Turista accidental o Silverado. Al final, el señor Kasdan se ha quedado como corrector o levantador de guiones (una especie de " anda, Lawrence, mira el guión que han escrito para la segunda parte de xxxxxxx, a ver si me lo puedes reescribir para que no termine de hundir al estudio") y director un tanto mediocre. Sus últimas películas, lejos de acercarle a lo que parecía que iba a ser, le acercan cada vez mas a ese terreno vacío y aséptico en el que están directores como Ron Howard o Barry Sonnenfield: la absolutamente fallida y horrenda adaptación de la novela de Stephen King El cazador de sueños, la entretenida Mumford, o la convencional y un poco ñoña French Kiss. Supongo que su nuevo proyecto como guinista, director y productor The Risk pool le devolverá, sino el prestigio, sí el dinero que debe de haber perdido todos estos años, ya que tiene a Tom Hanks como protagonista y eso hoy por hoy es una apuesta casi segura.

Todo esto viene a cuento porque ayer, tras mucho tiempo, pude ver una de sus películas: Reencuentro. Una historia sobre la reunión de grupo de amigos yuppies durante un fin de semana tras la muerte de uno de ellos. La película, de la que había oído hablar muchas veces, no es mas que la típica historia que tanto gusta por allí de vamos a a hacer un check point de nuestra generación, vamos a retratar en cada personaje a un tópico de la sociedad americana y vamos a ver cómo se lamentan por lo que pudo haber sido y no fue.
No está del todo mal, pero es taaaan típica que asusta: la banda sonora recupera títulos de la época (algo casi imprescindible cuando se hacen películas de este estilo, véase Los amigos de Peter ); los personajes son muy arquetípicos, y pretenden abarcar el espectro de esa generación: el mutilado en Vietnam, la pareja feliz, la pareja infeliz, la estrella televisiva, la soltera con ganas de ser madre... De la realización tampoco hay mucho que destacar: la historia no daba para mucho. A pesar de eso, es un acierto la manera que tiene el director de introducir a los personajes: se basta de unos pocos planos para dejar claro cómo es cada uno, sin necesidad de decir ni una palabra, tan solo con gestos y acciones. Algo parecido a lo que hace Spielberg al inicio de La Lista de Schindler y otros muchos mas que ahora desconozco/no recuerdo.

Sin duda, una película que no será recordada por nadie excepto por aquellos (como yo) fanáticos de las imágenes, la estética, las voces y los argumentos de las películas de los 80, de los que esta película es una digna representante. Bueno, por esos y por Kevin Costner, que vio como toda su intervención fue recortada en la sala de montaje y su personaje desapareció literalemente del mapa. Desconozco si interpretaba al muerto, pero el caso es que ni en las escenas eliminadas aparece, lo cual debe de ser bastante humillante.

17 febrero 2006

200 r.p.m

Nunca me había sentado a ver un programa completo de Noche Hache. El otro día lo hice (creo que fue cuando acudió al plató Candela Peña) y me quedé gratamente sorprendido. No por el formato del programa (al fin y al cabo, es mas de lo mismo). Sino mas que nada, por el ritmo que la presentadora, el realizador y los colaboradores imponen a la emisión.

Si hay algo lamentable en la televisión de España es que los programas son excesivamente largos. Esto, que yo hace un tiempo consideraba como algo bueno, es un mal que ataca a la mayor parte de los genios-creadores de este pais, tanto en la televisión como en el cine. Películas de dos horas y media de media y programas que alcanzan la escalofriante cifra de ¡4 horas! de duración. Supongo que todo esto es consecuencia de la llegada de los realitys y los debates masivos: hay tanta gente comentando lo que pasa en la casa de turno que no da tiempo material a decir todas las tonterías que dicen en menos tiempo. Ahora, que tengo menos tiempo para todo, ver un programa completo me es imposible, y para ver una película de duración normal tengo que empezar a hacerlo a eso de las 9 de la noche, si no es imposible que aguante.

Por eso de un programa como el late night de cuatro se agradece:

  • Su presentadora habla a una velocidad apabullante: conoce perfectamente los segundos que deben de pasar desde un chiste a la siguiente frase; sabe donde colocar silencios para provocar la risa por el chiste anterior, y cuando el público aun no se ha recuperado, lanzar el siguiente
  • Las entrevistas son cortas, y aunque están estudiadas y preparadas (tampoco entiendo muy bien qué hay de malo en esto), no están basadas en la mera sucesión de anécdotas del entrevistado (ejem,.... La noche de Fuentes, por poner un ejemplo)
  • La sección Versión Original (donde se subtitulan escenas y monólogos de personajes anónimos y conocidos), a pesar de no ser muy original, está conseguida, y ya tiene a algunos personajes fijos que provocan una complicidad con el público que favorece mucho eso de que la gente identifique un programa con un personaje (y de esto saben mucho la gente de El Informal)
  • Los colaboradores tienen gracia, y sus parrafadas no se hacen demasiado pesadas.
  • Y lo mas importante: no trata al público de gilipollas para abajo, como la mayoría de las teleseries o programas nacionales.
Espero no se queme demasiado pronto y siga como hasta ahora. Me rio ahora del directivo/programador que decidió enfrentar a La pseudo-comunicadora Carolina Ferre con Buenafuente y con el citado Noche Hache. No hay color, hombre ya!

09 febrero 2006

Publireportajes en A3

Anoche, en el capítulo de la histríonica e hiperbólica serie Aquí no hay quien viva (serie que debería haber acabado hace mucho), se notaba algo diferente en el ambiente. De repente, cuando me senté a verla, vi como la imagen tenía un aspecto un poco especial. Especial por no decir cutre, como si estuviera viendo un publireportaje de 90 minutos, una cortinilla publicitaria o una peli porno eslovaca de bajo presupuesto.

Técnicamente, esto debe de estar provocado por el cambio de formato de grabación digital. No sé en que formato estaba grabada la serie antes (HD, DVC PRO 25...), lo que si está claro es que ahora, visualmente, ha retrocedido casi diez años, a los tiempos en que A3 hacía series tipo Vecinos.

Supongo que todo esto será consecuencia del incendio que arrasó con parte de las instalaciones y el vestuario de la productora, ocurrido hace unas semanas. Supongo que quizás se les fue en ello el material de video y han tenido que tirar de alquiler y no se habrán gastado mucha pasta... Ya en los decorados se notaba cómo las localizaciones eran (algunas) diferentes, con muy poco espacio visible, y todo muy muy cutre.

A mi ya me da un poco igual, pues hace tiempo que dejé de ver la serie por empaparme con el seguimiento de Perdidos, serie que he pillado tarde pero he pillado bien. He decidido no engancharme a ningún tipo de serie emitida en cadena generalista, por las estupideces que dicen y hacen los directivos y programadores de las cadenas.

01 febrero 2006

Alberto Iglesias

A pesar del poco interés que despiertan ya en mí los Oscars de Hollywood (y hablo tanto por los premios como por la ceremonia), este año me alegra una barbaridad que Alberto Iglesias haya sido nominado a la mejor banda sonora por "El Jardinero Fiel".

Seguramente el premio estará en algún otro de los nominados (aunque solo sea por probabilidad matemática, John Williams tiene dos nominaciones), pero no dejo de alegrarme porque por fin se den cuenta de lo grande que es la música que hace este señor (a pesar de los Goyas ganados, los medios no se fijan en tí si no aspiras a un Oscar, y si no que se lo digan a Vigalondo).

Muchas veces ya lo he dicho por aquí: para mi, el señor Iglesias hace las mejores bandas sonoras de este país, ententiendo por banda sonora lo que debe de ser una banda sonora. Esta frase, que podría parecer una perogrullada, tiene sentido si digo que hacer una banda sonora significa entender a los personajes, adecuarse a las situaciones y saber cambiar de estilo cuando la historia lo requiere. Si además de eso introduces en la misma composiciones propias con la calidad de "Me voy a morir de tanto amor", "Lorenzo" (de Lucía y el sexo), "Manuela", "La mecánica del transplante" (de Todo sobre mi madre) o los "Títulos de cabecera" , "Puerta final" (de La mala educación), y que además es capaz de encajar perfectamente canciones de otros autores en sus bandas sonoras, tenemos como resultado a un autor que hace mas grandes aún las películas en las que ha participado.

El Jardinero fiel no es para mi gusto su mejor banda sonora (alguna de las citadas si qué podría serlo), aunque contiene elementos e instrumentos que no habían estado presentes en ninguna de sus obras anteriores. Pero ya se sabe, esto del Oscar te toca cuando te toca, y espero de verdad que lo gane (si él quiere, claro...)

>> © Foto: Ana Bolívar