10 abril 2006

Aprendices de Melvin

El Pais publicaba ayer un reportaje sobre aquellas manías que tienen algunas personas y que, de manías, pasan a convertirse en enfermedad. El problema está cuando esas tonterías que todos tenemos nos quitan tiempo vital y además lo hacen provocando en nosotros un malestar por saber que lo que hacemos no es bueno pero no podemos dejar de hacerlo. Nos ilustran con varios ejemplos:

  • Una chica (que prefiere mantenerse en el anonimato) no puede dejar de comprobar la llave del gas cada vez que sale de su casa. La obsesión le lleva hasta comprobar 25 veces si la ha cerrado o no, aun a sabiendas de que esto le va a llevar a llegar tarde a su cita.
  • Un hombre que necesita de mas de tres horas diarias para su aseo personal. Añade que si esto le hubiera pillado en su etapa de estudiante, seguro que no hubiera podido terminar la carrera.
  • Un personaje que nunca toca los pomos de las puertas. Su táctica es la siguiente: si se trata de un pomo de los que se abren presionando hacia abajo, entonces los abre con el codo (ya que está protegido por ropa). En caso de que sea una puerta con pomo giratorio, espera a que alguien pase y se la abran.
  • David Beckham ordena las bebidas en su nevera, organiza la ropa por tonalidades y tiene cosas en cantidad par (a lo "Huevos de oro").
Estos aprendices de Melivin/Jack Nicholson saben que tienen un problema, pero no pueden dejar de tenerlo. Es entonces cuando requieren la ayuda de profesionales. Yo los entiendo, pues cuando pequeño tuve una manía que no me dejaba vivir en paz. Se trataba, en lineas generales, de que me sentía obligado a hacer con una mano lo que justo acababa de hacer con la otra. Me explico: yo estoy en la mesa, comiendo, por ejemplo. Me apetece pan, asi que voy y lo cojo con la mano derecha. Después se que la próxima vez que tenga que coger el pan debo de hacerlo con la izquierda. O si me acabo de rascar la cara con mi dedo indice de la mano izquierda, inmediatamente debo de hacer lo mismo con el índice de la mano derecha.

Al malestar que suponía en mi tener que hacer esto, se unía al cuidado que debía de tener en hacerlo sin que nadie se diera cuenta, por la vergüenza que hubiera pasado si me llegan a descubrir. Ahora me río, pero en su tiempo fue bastante incordio, y algo que me hizo llegar a sentir verdaderamente mal. Afortunadamente, tal y como vino se fue, y ahora es algo de lo que me rio constantemente, y una de las cotas mas altas de estupidez a las que he llegado.

4 comentarios:

zama dijo...

Menuda paranoia que tenías. Como se entere la de la llave del gas, ya la tenemos revisando 50 veces si está cerrada: la mitad con la mano derecha y la mitad con la izquierda.

Me alegro que remitiera lo que podemos bautizar como "transtorno obseso-compulsivo de paridad".

Anónimo dijo...

Te comprendo perfectamente. Yo de pequeño también sentía la necesidad de equiparar ámbos lados de mi cuerpo. Si empezaba a subir unas escaleras con el pie derecho, las siguientes debería empezarlas con el pie izquierdo. Del mismo modo a mi también me ocurría que si me rascaba con una mano, acto seguido debería hacer lo mismo con la otra.
Y bueno, como eso muchas otras cosas estúpidas y molestas. Menos mal que todo eso quedó atrás. Por eso me cuesta entender que estos casos se den en adultos. ¿No lo han sabido superar? ¿Son desórdenes aparecidos ya en su etapa adulta?
Estas noticias son desde luego muy curiosas...

zaperu dijo...

También leí el artículo y me gusto mucho. La mayoría tenemos o tuvimos alguna manía rara. Pero como casi siempre, la diferencia está en el grado. No es lo mismo tener que mirar hasta tres veces si el despertador está bien puesto (como es mi caso) que comprobarlo durante media hora antes de acostarse.

Mambotaxi dijo...

Mas que las veces que lo hagas, estas manías se convierten en Trastornos Obsesivo-Compulsivos cuando afectan directamente a tu vida diaria, como la pobre señora esa, que llega tarde a todo.
Yo también tuve otras manías (algunas inconfesables), que la verdad es que me martirizaban bastante. Supongo que a esa edad todo es un mundo, pero fue un alivio librarme de ellas...
Y fangomanson, como en Alcohólicos Anónimos, es un alivio descubrir que hay gente por el mundo con las mismas tonterías que tú.