La alfombra negra
De entrada, había dos periodistas que eran los encargados de recibir a los invitados: uno a los pies del coche y otra en la entrada del Palacio de Congresos. El primero estaba extrañamente excitado y la segunda tenía un repertorio de preguntas digno del Club Disney. La idea era que el chico cazara todo lo que pudiera en la entrada y la chica después se detuviera con las actrices para que, con la excusa de conocer sus opiniones, poder enseñar el modelito, que para eso se lo curran. Eso en teoría, porque después, en la práctica, la cosa se salió de madre: el tipo no paraba de hablar continuamente, cortando a los invitados con otra pregunta antes si quiera de que hubiera finalizado la anterior. Por no hablar de lo más sangrante de todo: entrevistaba a gente que no conocía. Hubo momentos en que, al no conocer al entrevistado, se notaba que hacía preguntas genéricas para no meter la pata. A otros directamente les preguntaba si estaban o no nominados, a Anabel Alonso la tuvo esperando dándole la espalda como dos minutos, y con Marisa Paredes estaba un poco confundido ya que no sabía muy bien si era presidenta, ex-presidenta o simplemente mujer.
La otra chica tampoco se quedó atras, y protagonizó momentos surrealistas, como entrevistar a Dafne Fernández solo para preguntarle por su vestido y dejar pasar a gente nominada o llamar a Leonardo Sbaraglia Jesús (como su personaje), cosa que tuvo que corregir el propio actor. Y cuando se supone llegaban los importantes (nominados), van y meten una cuña publicitaria y después de esta, el telediario. Que digo yo que está muy bien que se emita, pero no entiendo muy bien porqué cuando hay partido de liga europea todo se modifica y después esto no pase con actos como estos. Total, que al final, nos quedamos sin ver la entrada y pasamos directamente a la gala. Otro bluff más como todo lo que se hace en la televisión actual en España: se hartan de crear expectativas para después no cumplirlas.
Ana García Siñeriz será lo que quieras, pero su trabajo en los Oscars lo hacía perfectamente. Conocía los nombres de los actores, sabía quién estaba nominado y porqué y encima se preparaba las entrevistas de la alfombra (tan solo es necesario una batería de preguntas para todos y un redactor que te las indique por el pinganillo cuando se acerque un actor determinado). No es tan difícil hacerlo bien, pero en este país de cutres que vivimos es mucho mejor improvisar que anticipar. Y así nos va.