Ahora que toca buscar trabajo me doy cuenta de lo delicado que soy, y de lo poco que quiero para mí trabajos que otros aceptan sin problemas. El mundo de la informática se ha convertido en un mercado en el que puedes trabajar en una variedad muy pequeña de empresas: las grandes (me niego: con
beverly tuve bastante) y las pequeñas formadas por tres o cuatro socios a las que es muy difícil acceder. Y claro, ahora tengo claro que de la informática hay sólo una cosa que me apasiona: el diseño y la programación web (lo demás me interesa poco o directamente lo odio, como la parte de Sistemas), pero no siempre fue así.
De hecho, muchas veces he pensado que toda mi vida iba a ser infeliz por aquella decisión que tomé un día. No ya el estudiar ingeniería informática, sino elegir ciencias como rama de estudios. Con lo feliz que hubiera sido yo como periodista con un master en medios digitales o fotógrafo profesional. Mi proceso de toma de decisiones fue más o menos tal que así:
- Decidí elegir ciencias porque tenían más salida que las letras.
- Decidí elegir Informática porque me gustaba jugar con mi Spectrum.
- Decidí estudiar la superior porque ya que me ponía, me sacaba "la de verdad", no las mierdas esas de tres años que podía hacer cualquiera. Sin duda, las empresas valorarían mi esfuerzo (sic).
- Me decidí por Sevilla en los últimos cinco minutos porque en Sevilla conocía a 1 persona y en Málaga a 0 personas.
Evidentemente, y con este panorama mental, a mi entrada no recibí mas que palos y palos por todas partes. Yo pensaba que aquello iba a ser una sucursal de
Dinamic en la que impartían clases sobre creación de videojuegos. Yo en mi vida había programado nada (a copiar código del Microhobby no se le podía llamar programar) y ni siquiera había sido capaz de lograr correr un
poke sobre algún juego. Así que mi decepción fue tremenda cuando vi que de todas las asignaturas sólo una era de programación (en C, eso sí), otra de circuitos (entendible) y el resto eran matemáticas y físicas (incomprensible). El nivel de todas, por supuesto, altísimo. Nunca en mi vida me había topado con un CERO: el primero fue mi primer examen de programación. Reconfortaba que a todo el mundo le había salido mal.
Después vinieron los intentos por cambiarme a Periodismo, las adaptaciones al nuevo plan (mucho más sencillo), las decepciones con las asignaturas (lo de dibujar gráficos programando en C ya fue el colmo), las quintas convocatorias a las que llegué en alguna que otra asignatura, las decepciones laborales y el intento del cine.
A pesar de esto no puedo decir que me haya ido tan mal. Siempre he tenido mucha suerte en todos mis trabajos, que me han permitido realizar otras cosas que han conseguido llenar esos huecos que mi trabajo de 8 a 3 no me ha permitido. Otra cosa es que si volviera atrás, volviera a elegir lo mismo. Eso tengo claro que no. No me gusta tener una profesión en la que la única oportunidad de tener un trabajo decente es aprobar una oposición y entrar en la Administración Pública, cáncer de esta sociedad.
>>Inspirado en el artículo de
Dandel